A todos los que ya no quieran leer…
El libro de la vida es tedioso y redundante.
Escrito en letras de lo más minúsculas, enumera datos y cifras, describe rincones escondidos, dibuja mapas olvidados y muestra diagramas de pasos de bailes de moda y de antaño. Tantos detalles abarca que nadie podría siquiera alzarlo de su sitio, por lo voluminoso.
Tiene capítulos enteros dedicados a la música, y se rumorea que toda la música de allí proviene: habrá algunas tonadas que sean casi epifanías, pero en su mayor parte son pavadas de estultos.
Fue escrito hace tanto tiempo que nadie recuerda siquiera haber comenzado a leerlo, y uno siempre termina distraído con esas descripciones de cajitas de obsequios, flores secas prensadas sobre poemas y algunos rizos sedosos atados con listones de colores que aparecen sin motivo entre capítulos; son justo el tipo de pequeños trofeos que todos nosotros somos demasiado chicos para entenderlos…
Y mi único rezo es que quieras leerme más páginas, aunque no puedas saltarte ni un solo renglón.
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