martes, 10 de mayo de 2011

Un leve desliz hacia la realidad

Por lo general evito dar opiniones sobre política o hechos actuales, y siempre insisto que mi posición política puede describirse como "levemente perpendicular al centro".

O sea, me falta la convicción de mis creencias, aparentemente…

Pero hoy me pasaron un enlace. No sé precisamente de qué se trata, excepto que la ciudadanía de México ya no aguanta tanta matanza, y exige que el mundo entero cobre conciencia de que la inacción o torpeza de sus dirigentes mantiene al pueblo más rehén que las acciones nefastas y malditas de quienes perpetran tanta injusticia.

Lean, si quieren, este enlace:

Sobre los lamentables acontecimientos en México

D

lunes, 2 de mayo de 2011

Me encanta mi computadora: mis amigos viven allí

Algo que siempre me ha parecido raro o hasta criticable es el hecho de que me cuesta un trabajo enorme, colosal, pocamadrísimo, poder congeniar con personas en la vida real.

Yo pensaba que era por ser modosito y tímido y…

(Por lo general, justo en este punto de la conversación, cuando lo menciono, mi esposa y mis dos hijos bufan un marcado "hmm" junto con trío de cejas alzadas, como diciendo: «¡tímido, mis calzones!»)

Bien. Confieso que la imagen mental de mí mismo no coincide mucho con la de otra gente. Aparentemente soy un tipo aguerrido en mis opiniones y de esos que se ponen en acción a la menor provocación y quieren que todos jalen parejo. O sea, uno de esos chocantes enérgicos. Ni modo.

Pero estaba diciendo que me cuesta trabajo hacer amigos en la vida real, y últimamente… bueno, digamos que este milenio me ha resultado más fácil encontrar amistades en la virtualidad del cíberespacio que en la famosa vida real.

Entonces esta divagación es en honor a aquellas personas que, a pesar de los kilómetros de distancia, me hacen el favor de permitirme considerarlos amigos.

En particular, hoy dedico esta meditación a mi amiga Ecco. Al que quiera molestarse en buscar el blog de Ecco en "Sobreíntima", le pido que lea la entrada más reciente allí y que medite que todos estos avatares cibernéticos contienen corazones humanos que necesitan de nuestros pensamientos positivos y buenos deseos.

Gracias a todos ustedes por permitirme conocerlos,
Daniel A. Franco

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