lunes, 22 de abril de 2013

«Del miedo y otras islas: Tsoenami», de Fernando Castellano Ardiles

La palabra tsoenami es la transliteración al alemán del vocablo japonés 津波, que literalmente significa «ola de puerto». El narrador de este cuento nos presenta sus recuerdos sobre un evento catastrófico que definió su vida desde ese momento. Me gusta la alegoría general, que mientras uno se encuentre aislado, en actitud meditativa, las olas de la vida pueden llegar y borrar en el transcurso de pocas horas todo lo que significara algo para uno, dejándolo desamparado el resto de la vida, buscando significado a algo que quizá solo sea un tonto momento de mala fortuna.

Ya antes había tenido el placer de leer textos de Fernando, en su encarnación como Gothian. No obstante, se nota que el texto de Tsoenami pasó por tanto tamizaje editorial que me parece muy apenas encontrarle el sabor mexicano que a menudo colorea sus otros textos. No es algo negativo, puesto que el resultado es un texto pulcro y cuidado, pero le falta un poco de ese je ne sais quoi que me recordaba a Gothian. En fin… Hay tres selecciones del texto que me causan comezón en la ceja izquierda, y dudo que sean incorrectudes de la escritura en español, pero vale la pena comparar el estilo propio al del autor del texto, para aprender cada vez más sobre este arte de la escribida.

Entiendo que el idioma español es muy dado a incluir incisos explicativos, y se regodea en el uso de oraciones complejas-compuestas. No obstante, creo que ese recurso es mejor usado durante momentos de divagaciones o extrapolaciones idiosincrásicas del autor, en lugar de usarlas durante las descripciones. El texto dice: «… la balsa que había construido, sin ayuda, Azah». Me supera el concepto de saber necesario ese tipo de rodeo. En mi aptitud prosaica yo hubiera sido más directo, perdiendo quizá el tono lírico: la balsa que Azah había construido sin ayuda.

Un poco abajo dice: «… adquirido un nuevo significado; caminaba más erguido; hablaba menos». Recuerdo en algún foro literario el comentario de que algunos signos de puntuación tienen una inflexión casi existencial en la mente del lector. Los punto y comas son como una vuelta de 90º en la lectura. Yo veo ese fragmento como una serie de situaciones existenciales del hermano, como un listado, pues, y solo requeriría ponerle comas. O al menos así me parece.

Casi al final del cuento me encontré una oración que me parece incompleta: «Soy mayor que mi padre la última vez que lo vi». No sé por qué, pero me parece que debería decir «… que mi padre era».

Como ya lo comenté, este texto está bien escrito, y es un cuento que invita al lector a meditar largo y tendido sobre hasta qué punto –en la vida de cada quien— el miedo es parte integral de todo lo malo… y también de todo lo bueno.

D

domingo, 7 de abril de 2013

"Del miedo y otras islas": crítica impresionista

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En su segunda antología, Del miedo y otras islas, el colectivo literario La Tribu 11 de nuevo propone un tema común para sus cuentos y relatos: el temor. Pero no piense el lector que se enfrentará en exclusiva al género de lo sobrenatural o del horror, aunque algo haya de eso entre sus letras. No, el lector se sorprenderá de hallarse frente a un espejo disfrazado de autorretrato.

Este libro me recuerda al álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, octava grabación de larga duración del grupo The Beatles. Pero no se precipite nadie a gritar «¡herejía!» y a salir por las calles a demandar mi linchamiento. No, permítanme explicar: Cuenta la leyenda que Paul McCartney insistió en que el álbum fuera ejecutado como una sola pieza de arte, un conjunto coherente de canciones que apoyaran al tema central, y que se basara más en la expresión artística de sus filosofías que en el ánimo de lucro. Los otros tres integrantes dijeron «sí, ajá, cómo no», y compusieron y grabaron lo que se les dio la gana, de todos modos. Quizá solo tres de trece canciones tuvieron un tema central… El mejor resumen del asunto lo pronunció Ringo Starr, diciendo que al final el álbum funcionó como se lo habían propuesto por el simple hecho que así lo declararon ellos, y el resto del mundo se los creyó. El éxito fue que, más allá de ser una obra de arte, el álbum pasó a formar parte del Weltanschauung de la cultura popular occidental. 

De igual manera, creo que esta antología es similar. Tiene su tema central, pero el miedo es algo tan intrínseco de la humanidad, que se encuentra presente en cualquier cuento o relato, sin importar de lo que se hable. Y el libro tiene el potencial de convertirse en parte del léxico de quienes se dedican a la escritura como expresión de su arte.

Comenzando desde el diseño y maquetación de la edición, esta antología demuestra un cariño especial por las letras. Es evidente la gran pasión por la literatura que orilla a los diversos autores a compartir textos en los que el buen hacer escritoril es obvio. Merece especial mención el arte demostrado en la presencia física del libro, con sus mapas, ilustraciones y uno de los índices mejores logrados que haya visto a lo largo de las décadas que he leído cientos de libros por el simple placer de leer. En esta era moderna, cuando la lectura ha sido comercializada y, por qué no decirlo, bastardeada por el fácil dispositivo de la virtualidad, que le da la oportunidad a textos inferiores y deficientes de alcanzar al público en general, es un bálsamo para el alma del lector entusiasta encontrar un libro que no solo es bello a la vista, sino que contiene textos escritos con pulcritud y esmero, y que tienen un mensaje más allá de su trama. En conjunto, esta antología trasciende la mera crónica de sucesos y asciende al estrato enrarecido de la Literatura moderna en español.

No es posible amar la lectura y pasar por alto este libro.

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