La escribida en el siglo xxi
Ah, que pareciera que a todos nos infunde la musa con la obsesión de plasmar ideas y sentimientos en letras… Claro, en la antigüedad era sencillo y simple: cuestión de tomar implemento de escritura en mano y trazar garabatos en donde se pudiera. Lo importante era dejar constancia escrita de esas imágenes mentales. De hecho, hasta tiempos recientes lo único necesario para escribir era tener una idea. Aunque también siempre ha sido necesario conocer el idioma, con todas sus reglas y exepciones, por supuesto. Pero esos autores que gozaban de la fortuna de ser publicados podían fiarse de la pericia de las casas editoriales para que transformaran esas palabras escritas con puño, sudor y sangre en textos legibles impresos y encuadernados. Bah, la tipografía era mera artesanía, comparada al verdadero arte del escritor. Un ejemplo famoso de esto es la famosa novela "1984", de Orwell, que fue escrita con pluma y papel. Pero los tiempos cambian. Por ejemplo, Margaret Mitchell escribió "Lo que el viento se llevó" con una máquina de escribir Remington. Y durante la década de los ochentas, autores como Douglas Adams realizaron la hazaña de primero crear sus obras con ordenadores y programas de tratamiento de textos, y después hacer la composición tipográfica ellos mismos en sus ordenadores.
En el presente nos encontramos con una situación inusitada por motivo de la Internet: todos los rincones del mundo están enchufados los unos con los otros. Está virtualmente garantizado que cada persona que siente la inquietud de escribir de hecho publique sus aciertos o desatinos literarios por variados y numerosos conductos. Existen foros literarios, revistas literarias, talleres literarios, bitácoras electrónicas, «dominios» propios en Internet, agrupaciones sociales, tablones de mensajes, etc.
Con tantos puntos de difusión posibles para cualquiera que guste publicar un texto, ¿cómo cerciorarse de que los amables lectores elijan los míos? ¿Cómo lograr captar la atención entre semejante marejada de letras despeinadas y tropos desbocados?
Ser buen escritor es lo de menos. La modestia me obliga a decir que existen millones de personas que escriben mejor que yo. Sin embargo, todavía preso de esta inusual modestia, les informo que soy un escritor conocido a nivel mundial (excepto por los africanos, que parecen no visitar mis escritos en lo absoluto). Sin importar que sea fama o infamia, el reconocimiento del que gozo se debe al simple hecho de la presentación de mis textos. Habrá millones de escritores mejores que yo, pero la gran mayoría de ellos no se esfuerza en publicar sus textos con un formato agradable a la vista y correcto conforme a las costumbres de impresión. Por eso, cualquier escritor —ya sea novato, amateur o hasta famoso— debe aprender a dominar las herramientas de formato que estén disponibles en donde sea que publique.
Un error común es confiar que el formato del programa de ordenador para tratamiento de textos que uno prefiera (por ejemplo, Word, WordPerfect, WordStar, etc.) será asimilado sin problema alguno por el medio de difusión elegido. El ejemplo clásico es la raya larga, que muchos activan en Word al pulsar el guión dos veces. Por lo general, al publicar el texto en foros, blogs, etc., en casi toda ocasión aparecerán los dos guiones en lugar de la raya. Por eso, uno debería usar el comando ALT+0151 en toda ocasión, aún en Word. De hecho, vale la pena memorizar lo más que se pueda los comandos de «teclado alterno», para cerciorarse de que todas esas virgulillas que plagan nuestro idioma queden perfectamente bien escritas.
Existen costumbres de publicación que los lectores anticipan en los textos. Por ejemplo:
—que los títulos solo tengan mayúscula inicial y que no lleven punto y aparte;
—que haya sangría al comienzo de cada párrafo;
—que haya «salto de renglón» entre párrafos y entre líneas de diálogo;
—que se marquen énfasis con cursivas en lugar de mayúsculas (costumbres de Internet: escribir todo en mayúscula equivale a gritar);
—que se respeten las reglas de ortografía y gramática;
—que el tamaño de la fuente sea agradable a la vista…
Por cierto, en materiales impresos el tamaño habitual de las letras es de diez a doce caracteres por pulgada. Sin embargo, muchos de los programas para visualizar el Internet (browsers) ajustan los tamaños de acuerdo a la «definición» de la pantalla. Si el sistema tiene alta definición, las letras se verán microscópicas. Se recomienda entonces que los textos se publiquen con tamaños mayores. Opino que las letras 120 % de la norma son las más agradables a la vista en pantallas electrónicas.
Claro, uno se preguntará, ¿pero dónde consigo todas las indicaciones para domar el formato? Por lo general los blogs y los foros tienen páginas de respuestas a las preguntas más frecuentes. Hay foros, como «Prosófagos», que cuentan hasta con un manual del editor del foro. Y para los que tienen un poco más de experiencia con los medios de difusión electrónicos, hay mucha información en la Internet sobre el uso preciso de los comandos HTML para formato de textos. Existen también programas como el "AutoHotKey", que permiten programar combinaciones de comandos y activarlos con «teclas clave», para simplificar tantas combinaciones de presiones de teclas que son necesarias para el formato de textos.
Reitero, entonces: en estos tiempos modernos, no es suficiente ser buen escritor para acaparar lectores, sino que hay que dominar los comandos de formato donde sea que uno publique.