No hornea porque yo, su padre, quisiera un pastel. No hornea porque sus amistades supongan que ella les va a llevar galletas a la escuela para compartir. No hornea porque sea algo que "es de muchachas". No hornea porque nadie desee que lo haga, sino porque se siente contenta al hacerlo.
¿A qué huele la esperanza? Huele a lo que hornea mi hija. Huele a la posibilidad de que haya criado niños que saben que su único trabajo en esta vida es intentar ser felices, y desear que sea suficiente para hacer felices a otros también.
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