domingo, 20 de enero de 2013

Apología: "lama sabachthani?"

Al autor Javier García no tengo el gusto de conocerlo en persona. Vive a cientos de kilómetros de distancia, en otro continente. Pero la virtualidad ha sido bondadosa, y me ha permitido conocer su faceta creativa, artística. En foros literarios y sitios sociales he tenido la fortuna de compartir textos con él, a veces compartiendo opiniones y a veces discrepando. Así fue como un día recibí su invitación para participar con un cuento fantástico para su antología. Podría tratar de sonar noble y decir que me atrajo la idea de participar en un proyecto que beneficia a "Save The Children". O tal vez fuera mi obsesión insana por obtener lectores a toda costa lo que me hiciera aceptar gustoso. Supongo que ambos motivos formaron parte en mi decisión de participar. No importa. El hecho es que la antología Leyendas de la caverna profunda es un proyecto importante, donde participan autores de renombre… y hasta yo.

Mi participación es un cuento de fantaciencia. Ocurre en un planeta alienígena bastante decrépito. Y aunque pareciera demasiado estrafalario y… bueno, por qué no, fantasioso, juro que no está escrito a lo tonto, solo por el gusto de escribir algo extravagante. De hecho, es un cuento que me obligó a pensar largo y tendido sobre los detalles que NO aparecen en el texto.

A menudo los escritores novatos piensan que todo debe explicarse, y que si los lectores no pueden entender las referencias internas y culturales de un texto, entonces no está bien escrito el cuento. No es así, en lo absoluto. Un autor debe imaginar cuanto más sea posible el mundo donde se lleva a cabo su relato. Si el autor no puede convencerse a sí mismo que ese mundo es real (por más imaginario que sea) nunca convencerá a sus lectores lo suficiente como para que tengan una conexión con sus protagonistas.

Para comenzar, el título es una referencia bíblica (Mateo 27:46, Marcos 15:34 y Salmos 22:1): «… ¿por qué me has abandonado?». El escenario es un planeta muy antiguo en órbita de un sistema doble de estrellas, que son la gran mayoría en el universo (nuestro Sol es bastante anormal en su soledad). Se sabe que es un planeta muy antiguo porque toda la superficie es desértica y no hay cuerpos de agua libre y los metales puros son muy escasos. Tiene tres lunas, y la combinación con la órbita compleja alrededor del sistema binario da como resultado grandes tensiones gravitacionales que mantienen al planeta en un estado de volcanismo continuo. Durante el desarrollo de la trama llegamos a sospechar que las formas de vida presentes en el planeta son artificiales. Parece que era un planeta desértico donde seres de otra dimensión (o quizá espíritus) llegaron de algún otro sitio o existencia, y descubrieron que podían manipular la materia. Eso condujo a que muchos de esos seres prefirieran imbuir su ser adentro de la materia. Algunos de ellos crearon seres vivientes. El proceso emergente dio paso a la conciencia, y algunos de esos seres vivientes desarrollaron inteligencia social. Pero porque fueron creados con la esencia de seres espirituales, mantienen una conexión espiritual con el mundo, y algunos tienen un sexto sentido que les permite manipular el medio ambiente por medio de magia, por llamarle de alguna manera. Pueden «bendecir» los alimentos para que no envenenen con su radioactividad (producto de la irradiación de dos soles y la decrepitud de los elementos químicos tan viejos) y pueden escuchar a los espíritus que moran adentro de la materia y que les dicen si algo es cierto o falso. Hay otros que crecen fuertes y grandes y se dedican a la protección de su tribu. Los líderes saben por los mismos medios espirituales cuál crío tendrá una o otra aptitud. Y todos son hermafroditas, con personalidades varoniles. Aparte, son ovíparos.

El estilo de este cuento es japonés, como las mangas y los anime, donde se describe bastante acción y el desarrollo de los personajes se demuestra en pequeños momentos de introspección. En ese mismo estilo es costumbre dejar el desenlace abierto, sujeto a la imaginación de la audiencia. El protagonista casi siempre es un paria, que al final resulta tener aptitudes extraordinarias que eran un secreto, y que le permitirán realizar hazañas increíbles.

Pero mi propósito principal de escribir este texto era crear un mundo alienígena, con personajes que no fueran antropomorfos en lo mínimo, con condiciones de vida que no existan en nuestro planeta, y aún así obligar al lector a establecer vínculos emocionales con ello. Eso se logra con el problema existencial del planteamiento. El relato establece el momento de descubrir que existe un dios, que uno ha sido creado con un propósito más allá que la felicidad propia, y que ese propósito es nefasto. Es un dios oscuro, envidioso, vengativo…

¿Por qué me has abandonado? La pregunta se refiere al hecho de que hay momentos en que la vida destruye toda ilusión y esperanza.

A quien nunca se haya sentido así en su vida, lo felicito por su suerte inaudita.

Y lo odio un poco.

D

domingo, 13 de enero de 2013

Apología: "Sin la mosca"

En la antología Prosadictos Relatos publiqué el texto «Sin la mosca». Tenía como propósito principal escribir un relato (es decir, una narrativa con personajes que no necesariamente se definen dentro del mismo texto y con una trama que no necesariamente sigue el arco de exposición-nudo-desenlace) que no solo tomara al lector de la mano y le dijera «mira esto y esto y esto» sino que lo agarrara de las solapas o lo tirara del cabello, y lo arrastrara de principio a fin un tanto desbocado. Esto lo hice como crítica en contra de los bestsellers de moda, como la serie de «50 sombras» y de «Twilight», que poco parecen contribuir al avance del idioma y de las letras. O al menos esa es mi humilde opinion de ellos. La crítica en realidad no es en contra de los autores de semejantes bagatelas literarias (eso sería pura envidia por el éxito obtenido), sino en contra de los lectores. Es decir, ¿en realidad este es el tipo de textos que gustan de leer? ¿Prefieren relatos que no requieran introspección ni agilidad literaria? Entonces tomen: he aquí un texto rudo y veloz que no contribuye en nada a las letras elegantes. ¿No es lo que les gusta comprar?

Para lograr expresar este punto de vista, pensé que la manera más adecuada sería armar un relato de ciencia-ficción. Uno necesita algún dato interesante sobre avances científicos o tecnológicos y uno hace extrapolaciones sobre el tema. Nada que sea demasiado estrafalario, sino que parezca estar a la vuelta de la esquina. Entonces pensé en la teletransportación y la superconducción. Ambos temas son hechos reales en la actualidad, aunque todavía no tienen aplicaciones en la vida cotidiana. A quien le interesen estos temas, hay bastantes reportes en la virtualidad al respecto.

A lo anterior uno debe añadir una buena dosis de tensión romántica o sexual, y también ponerle una pizca de delirio de persecución. Nada más fácil: escriba usted sobre un hombre y una mujer, e incluya organismos gubernamentales o corporativos clandestinos y voilá: lista la receta.

Yo siempre he creído que un autor tiene la obligación de escribir sobre lo que le nazca en el alma. Es necesario redactar con precisión y pulcritud, y hacerlo de una manera interesante y entretenida. Pero lo más importante sobre la escribida es tener una idea clara del motivo o propósito social del texto. No se trata de contar historias interesantes. Para eso existen los abuelos. Se trata de arrear a punta de fuete a la tortuga del idioma y de moldear la opinión del lector. Si no, ¿para qué escribir o para qué leer si hemos de continuar impasibles?

D

jueves, 3 de enero de 2013

El blog «Necesidad y azar» comenta

Esther, muy conocida en esto de la escribida por haber sido de la directiva del famoso foro Prosófagos y por ser parte de la directiva actual de la revista literaria Prosofagia y del grupo literario La Tribu 11, tuvo la amabilidad de comentar la antología Prosadictos. Visiten a Esther en su blog «Necesidad y azar»




Relatos Prosadictos



En esta primera antología del foro Prosadictos se puede disfrutar de once relatos, obras de otros tantos autores, relatos muy diversos entre sí salvo en la atracción que despierta su lectura.
Luego de haber finalizado el libro pensé que, para escribir sobre él, me gustaría seguir otro orden que el que ofrece; utilizar un hilo personal para tejer las historias. Una suerte de hilo de Ariadna que comienza en Entre tú y yo (Mónica Bezom): un texto profundamente introspectivo, poético, que discurre entre el mundo de la vigilia y el onírico, un relato al que hay que leer dejándose llevar, sin intentar imponerle un ritmo propio a la lectura.
¿Luego? Luego, Huesos de cristal (Zacarías Montano), un relato ya con estructura de cuento, pero un cuento que parece responder con precisión a su título: una historia fantástica cuyos huesos son de cristal, una historia hecha de liviano, delicado y frágil esqueleto de cristal, que se recorre de puntillas, por miedo a quebrarlo.
Ya aquí regreso a Entre tú y yo, a releer un fragmento que, aunque extraído de su contexto, bien puede ser considerado como premonitorio del resto de la antología:
«Un poco más alejado, un hombre vende lienzos de colores; los ha tendido en hilos apenas visibles y, no sé por qué, se me antojan ilusiones errantes condenadas a la soledad de losarenales.»
El hilo de Ariadna me conduce a través de ilusiones imaginadas que, en el fondo, se refieren a aquellos que padecen (o padecerán) una soledad creada por sí mismos o por la sociedad en la que viven. Uno a uno, los cuentos que siguen se desenvuelven en una realidad reconocible como propia o ajena, pero siempre realidad reconocible. Los narradores, a veces trágicos y otras veces irónicos, desgranan qué le sucede a nos, los Homos, cuando nos aferramos sin medida al miedo, la muerte, la ambición, los recuerdos, o cuando chocamos con lo estatuido, lo reglamentado, lo políticamente correcto. Así, siguiendo mi hilo, arribo a La sentencia (Fernando Hidalgo Cutillas), donde se despliega, con maestría y alrededor de un hecho simple y casual, una espiral de miedos individuales y sociales cuyo final no puede ser otro que amargo.
Tras haber partido de lo poético y de la fantasía y atravesado los páramos de la realidad, en el otro extremo del hilo llego a Sin la mosca(Daniel Franco), un cuento de ciencia ficción con todas las de la ley, y con esto me refiero a que el cuento posee eso que hace de la ciencia ficción un género incomparable: una idea que abre ventanas en la mente para permitirle expandirse más allá del mundo conocido, y, al hacerlo, comprender mejor el mundo conocido.
Al finalizar el recorrido vuelvo atrás para citar una frase de El lugar adecuado, el momento preciso (Vanessa Navarro Reverte):
«Sencillamente porque quería alcanzar la muerte, no sobrepasarla.»
Una frase que habla de Ana, sus lugares y momentos, pero que, con independencia a su historia, también es una de las más bellas que haya leído en los últimos tiempos.



Y, fiel a mi idea de que un libro es más que su contenido, mis felicitaciones a Daniel Franco por haber ideado y coordinado esta antología (tarea nunca sencilla), recomendable por la calidad de su contenido y también por la de su presentación.

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