Cada vez que pienso en ella, pienso sobre la vida: la vida que eligió el día que se enamoró y comenzó a forjar un hogar.
Ha de haber sido difícil tanto cambio: de niña a mujer, de muñecas a maternidad. Mas nunca temió pues tenía la certeza de la dicha venidera.
Y nosotros, los niños de su vida, nos ponemos de pie para alabarla por su amor, por su fortaleza, por su caridad, por todos sus actos. Y por lo que significa ella para cada uno de nosotros.
No obstante, sabemos que la vida al final nos mandará por sendas lejanas. Pero el amor permanecerá.
Gracias, Madre.
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Esta es una traducción de una canción que compuse hace más de veinte años. Nada ha cambiado desde entonces. Basada en Proverbios 31:28.
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