miércoles, 9 de julio de 2008

Reforestación conyugal cotidiana

Hasta ahora lo permito, señora,
que contemple a cada fugaz minuto
como luto, sepelio triste y simple,
de quimeras que se infunden ligeras
en la bruma de arregostos manidos.

De los idos, cada tris que se esfuma
los infundios lleva de cien mil mundos
donde el fuero de ser nuestros nosotros
fuera de otros, más antes o más luego;
nuestro menhir de amor siempre al nadir.

Hay lo que hay, entre nosotros, en tiempo
de sombras y astillas, y de amor lento,
y aunque es fácil perdonarnos ahora,
recuerde, no lo permito, señora.



D




Bueno, pues quiero hacer una pausa en el Litotesario para publicar este poema, que es bastante más sincero. Los poemas del Litotesario son poemas de la mente, y este es más bien del corazón. Como nunca he aprendido la poesía formal, acabo de desbaratar el concepto del soneto. En este poema decidí usar las catorce líneas endecasilábicas, pero a diferencia del soneto (dos estrofas de cuatro líneas con rimas ABBA o ABAB, y dos estrofas de tres líneas con rimas CDE, o lo que sea), hice dos estrofas de cinco y una de cuatro. En las estrofas de cinco, el acento está en la primera, tercera y décima sílabas, y los versos riman en la cuarta y en la última sílaba. En la estrofa de cuatro líneas, sólo riman las últimas sílabas de cada una.
¿Por qué hice esto? Porque sí.
Sufran…

D

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