In this episode I introduce the concepts of:
"Interpreter vs. translator"
"Interpret concepts, not words"
"L1, L2"
"Interpretation Triad"
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D
Primera colaboración del escritor greengo-mexicano, Daniel A. Franco (Ciudad de Mexico, 1969), para las páginas del Cabaret. Si empezamos por admitir que el perfil biográfico que vamos a presentarle es del todo imaginario (por acudir a la autoridad citaríamos a Marcel Schwob), se hará evidente que esta característica fabulosa nos permite movernos en el más profundo respeto al principio de confidencialidad, ¡obligado para un Lupanar de ley!
Poco sabemos de este escritor con voz de cloaca y pulso aéreo. Pero inmediatamente intuimos que su uso de la oralidad (su abuso del coloquialismo, de las configuraciones más fugaces y prohibidas del lenguaje), se diferencia de la larguísima producción de tedio de las literaturas más recientes. Entre esos productores industriales de aburrimiento estético coloreado con lenguaje de barrios que no pisan ni entienden, Franco se muestra como un infractor. Si los primeros usan el vil lenguaje como fórmula de enmascaramiento de su penuria verbal, el segundo nos lo sirve como ilusión de un lenguaje flamante y vivo. (Con esto quizás queramos decir algo...)
La revitalización del lenguaje literario a través de la incorporación del habla cotidiana, slogans y marcas registradas, ha servido a menudo de antifaz a la literatura nacida de la semi instrucción y el narcisismo vital. La realidad no se encarna en sus textos; pero tampoco sus textos suscitan ninguna realidad. La doble hipótesis de la autonomía de la obra de arte respecto a la realidad y la contraria, la de su absoluta dependencia, queda cancelada de golpe. El lenguaje no hace más que enunciarse a sí mismo, encadenando repeticiones, aproximándose con demasiada velocidad a un simple catálogo de vocabulario, al dictado de un diccionario intonso.
El uso que Franco hace del lenguaje inmediato y familiar, al contrario, sigue enunciando a quien lo profiere... o mejor dicho, queda colgado de la máscara que lo masculla y perpetra. Acude a la caricatura y al grotesco, pero respetando las proporciones áureas del esperpento, su perspectiva corrediza; nos devuelve los reflejos desde una bola de alumino, acelerando los rasgos en el convexo hasta trocarlos en una mueca cercana a la tara, pero es la humanidad tarada de los personajes la que nos encara.
Como sea, los ponemos ante un texto delicioso, desde el diálogo endiablado y rápido como bajada de calzón de puta, hasta el monólogo interior, la corriente de conciencia, una corriente sincronizada con los tiempos: llena de desperdicios fecales, ratas de caño y diez veces más papel higiénico per cápita del necesario para una cabal limpiada de trasero cada uno.
Daniel Ferreira